Por acá, por allá, en la vereda de la casa de tu amigo, en la avenida más ancha, por todos los lugares que pases... están ellos.
De día, y de noche también, los naranjitas están dale que dale.
Los colectivos optan por otras calles, el transito se atora y uno siempre anda apurado. Pero los naranjitas hacen lo suyo, no saben que estás pasando por ahí, no saben que uno existe, no se preocupan tampoco, no tienen por qué hacerlo de hecho, pero uno pasa.
Ellos con sus casquitos, sus camisas anaranjadas, sus pantalones también anaranjados y esos zapatos negros, hacen su trabajo a la vista de todos y todos los ven pero ellos no ven a nadie, solo trabajan.
Yo siempre los veo y digo: "La pucha... que trabajo el de un naranjita eh."
Nada fácil.
Sin más.
jueves, 2 de octubre de 2008
H
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