martes, 28 de octubre de 2008

Horror

No te dejo, no podés, te estás equivocando, no quiero, no lo hagas, NO.
BASTA, no me dejes seguir reprimiendote, me hace mal a mi. Perdón, te hace mal a vos.
Poneme un límite, ponele fin a este horror que me come día a día, que no me deja dejarte ser libre, que me ata a atarte a mis gustos, que te hace odiar lo que odio y a amar lo que yo amo, porque lo que digo es ley.
Que alguien me ponga un freno, estoy enloqueciendo.

Y me parezco a él, a ese cerdo innombrable, ese que me hizo verlo como un ser humano increible, y que después, tan descaradamente me vomitó en la cara mentiras y su violencia toda junta.

Por favor, no quiero más esto.
Sálvenme...


...o salvese quien pueda.





Sin más.

jueves, 2 de octubre de 2008

H

Por acá, por allá, en la vereda de la casa de tu amigo, en la avenida más ancha, por todos los lugares que pases... están ellos.
De día, y de noche también, los
naranjitas están dale que dale.
Los colectivos optan por otras calles, el transito se atora y uno siempre anda apurado. Pero los naranjitas hacen lo suyo, no saben que estás pasando por ahí, no saben que uno existe, no se preocupan tampoco, no tienen por qué hacerlo de hecho, pero uno pasa.
Ellos con sus casquitos, sus camisas
anaranjadas, sus pantalones también anaranjados y esos zapatos negros, hacen su trabajo a la vista de todos y todos los ven pero ellos no ven a nadie, solo trabajan.
Yo siempre los veo y digo: "La pucha... que trabajo el de un naranjita eh."
Nada fácil.




Sin más.