miércoles, 26 de marzo de 2008

¿Quién es Fulanito?

Aunque muchas veces oímos hablar de él, hay que aclarar que no me refiero al apellido del Sr. Cosme (sólo para simpsonianos). Es el hermano menor de Fulano, Sultano y Mengano, víctima de duras acusaciones.¡Basta! Basta de acusar a un inocente, a alguien que no ha hecho nada.
¿Cuántas veces hemos oído decir "Fulanito esto, Fulanito aquello"? ¡Que los responsables den la cara!


Por Martín, mi amigo no, el otro.

martes, 25 de marzo de 2008

¿Y yo qué?

Una mamá y un papá criaron a 4 hijos. 3 mujeres y un varón.
Corina, la mayor, realizó los estudios básicos y comenzó el profesorado de castellano, literatura y latín, el cual terminó en el año 2006.
María Inés, la segunda hija, también realizó los estudios básicos y comenzó la carrera abogacía (Derecho) la cual terminará en el 2009.
Ana Lís, la ante última de los 4, como todas sus hermanas también terminó sus estudios básicos y en el año 2003 comenzó su carrera: Terapia Ocupacional (averigüen que es).
Andrés, este año termina sus estudios básicos, y...


¿Y yo qué? ¿Qué voy a seguir?

Me siento muy perdido. La verdad es que no me veo en ningún trabajo u oficio, o profesión, ¿eso es malo? No sé digo.
También sé que muchos como yo no saben y se terminan anotando en cualquiera carrera o curso o lo que fuese.


Que gracioso en un par de (no sé cuantos) años, esté estudiando o ya me haya recibido y lea esto. Voy a entender que en algún momento de mi vida también tuve la gran duda de ¿qué voy a ser yo cuando sea grande?

A eso de los 6 años soñaba con ser bombero o policía (como todos los nenes). Después tuve unas ideas raras de ser kinesiólogo y también diseñador gráfico (una carrera muy de moda, que tal vez me fui influido por mi cuñado Matías).

La pregunta me la planteo de vez en cuando, cuando veo como hablan mis hermanas de sus carreras y lo que les gusta y lo que no ¿y yo qué?

Sin más.

sábado, 8 de marzo de 2008

Te amo.

Cada vez que sus ojos se detenían ante Luz, el mundo se borraba, el contorno de ella y sus alrededores eran celestes, como un cielo sin nubes, por el que César volaba. No cabía ningún otro sujeto, ni un poco más de espacio para nada en ese cielo.
César no soportaba más su sentimiento. Quería explotar y no tenerlo más, era algo muy doloroso pero a la vez tan lindo, que lo hacía volar en aquel cielo sin nubes, en momentos de angustia, aunque su propia angustia era eso mismo, era ella.
El amor no correspondido, es algo que solo algunos pueden soportar, no fue hecho para todos. César era uno de los que si podían, su corazón era resistente, no era corrosivo y era grande.
Luz, una chica que no era la más bella de todas las de su grupo de amigos, se distinguía por su simpatía, su carisma a la hora de hablar, su presencia no era imprescindible.

César le preguntaba a Dios si ella alguna vez sentiría lo mismo que él por ella, si en algún pensamiento de Luz cabría su nombre, si alguna vez Luz pudiera tan solo decirle "te quiero". César sabía que Dios lo sabía todo, por eso siempre esperaba una respuesta.
Él era muy tímido, no iba a jugarse nunca demasiado por el miedo de no tener la misma respuesta del otro lado, la cual nunca existiría.
Escribía, a la noche casi siempre cuando la nostalgia y la melancolía lo rodeaban, para desahogarse, sabiendo que ella nunca leería sus cartas:

¿Porqué esto? Los sentimientos no son mis amigos. No puedo tenerte y ellos cada vez crecen, sin importarles lo mal que me hacen. ¿Merezco esto? Me gustaría no estar enamorado de vos, no haberte conocido jamás.
Pero es tan confuso, a la vez siento que sos la razón por la cual sigo en este mundo, por la que no dejo que pase un segundo y no estar atento a tus movimientos, a tus necesidades, a lo que te pasa; moriría por estar un segundo a tu lado a solas viendo las estrellas y la luz de la luna reflejada en tu cara, diciéndote mil veces que te amo, que sos el amor de mi corazón, que por vos sufro cada instante en el que te siento lejos, en el que pensás quizás en algún otro, confesándote que no sabría lo que es el amor si no te hubiese conocido. Bendito Dios por haberte creado. Te amo. César.


Viernes a la noche, los chicos se juntaron en lo de Mauro a comer unas pizzas y mirar una película. César no pasaba por su mejor momento emocional, temía que se dieran cuenta lo nervioso que se veía al mirar a Luz y saber que era lo único que aparecía en el medio de ese cielo enorme. Aunque también estaba Adriel, su mejor amigo, era una persona que con su ángel, conquistaba cualquier carácter que se le enfrentaba, se desvivía por caerle bien a todo el mundo, daría su vida por ver bien, contento, con el mejor ánimo a su amigo del alma y siempre que César no quería saber nada más con este mundo, él se lo hacia ver de otra forma. Era también muy amigo de Luz. Miradas iban y venían. César creía que ella se fijaba en él. Ella solo estaba pasando un momento muy grato con sus amigos.
Una película mala bastó para que decidieran terminar yéndose.
Había que acompañar a las chicas a la parada del colectivo, César no tenía ningún problema en hacerlo, y cualquiera fuese la chica, no solo acompañaría a su amada.
Adriel, César y Luz estaban en la misma parada. Adriel, optó por tomarse un taxi, porque su padre estaba enojado por el horario.
-Chicos me tengo que ir ¡ya! Mi viejo me va a matar, me tomo el primer taxi que venga, ¿alcanzo a alguno?
-No gracias amigo, esperamos el colectivo- le dijo Luz con seguridad.
César no lo podía creer. Ya en el taxi, mira para atrás y le guiña un ojo a su mejor amigo.
El enamorado con su enamorada, se encontraba frente a un millón de posibilidades, dudas, nervios.
-Que linda noche, ¿no César?
-Hermosa Luz. No puedo creer estar hablándote.
Luz con una expresión de sorpresa: -¿Cómo? ¿No crees estar hablando conmigo? ¿Qué tengo para que no puedas creerlo?
A César se le hizo una laguna en su cerebro, sinceramente no sabía que contestar, que decirle a su amada, no quería estropear tan maravillosa ocasión, única en tantos años de espera. Se animó y dejó que fluyera lo que sentía, sin importarle el resultado:
-Luz, sinceramente me vuelvo un idiota cuando hablo con vos, no puedo. No soy yo. Soy otra persona, me transforma tu presencia. No se como explicarte esto...
-Amigo, tranquilo, nos conocemos hace mucho, si me tenés que decir algo, decímelo. Estoy acá para escucharte, para eso están los amigos.
-Luz, te amo.

No cabían más palabras, fueron las justas y necesarias.
"Te amo", eso fue todo. Él estaba convencido que había cometido el error más grande del mundo, que nunca tendría que haberlo dicho.
Miradas fue todo lo que hubo desde aquellas últimas palabras.
Ella se bajó. Él unas tres paradas más que ella.
César estaba en un estado como de shock, no paraba de escuchar sus últimas palabras resonando en su interior. El cielo ya no estaba despejado, ahora veía a Luz en medio de una tormenta, la cual la alejaba más y más del alcance que tenía la visión de César. Estaba lleno de gotas, de relámpagos y de oscuridad.
Creía que lo había perdido todo. Se recostó sobre su almohada y su corazón no paraba de atacarlo. No pudo dormir. Pensó en ir a buscarla, despertarla y decirle todo y confesarle una vez más: "Luz, te amo".

Andrés Roldán